En este post vamos a darte una serie de consejos para invertir, los cuales es importante que sigas para que tu aventura no termine con un resultado no deseado. Invertir de forma periódica, conociendo en lo que inviertes y con qué objetivo lo haces, diversificar, tener en cuenta la fiscalidad y el largo plazo,… son algunos de los consejos esenciales que debes seguir cuando te inicies en el camino de la inversión. Aquí te dejamos los 20 consejos que consideramos esenciales para que tengas éxito en tu inversión.
Conocer las características básicas del producto y los activos donde inviertes es esencial para entender las implicaciones que dicha inversión puede tener sobre tu patrimonio.
Es necesario que entiendas también los riesgos que conlleva la inversión y qué horizonte recomendado tiene para evitar que te lleves sorpresas desagradables en caso de necesitar recuperar la inversión antes de tiempo.
Un error muy habitual que se comete a la hora de invertir es contratar productos sin entender realmente sus características fundamentales.
Preocúpate de donde se invierte tu dinero, porque la responsabilidad final de la decisión sobre la inversión es tuya y solo tuya. Y si no logras entenderlo o no tienes tiempo, déjate asesorar por expertos.
Una máxima del inversor Warren Buffett es:
En el artículo “8 razones para que ahorres de forma periódica” enumeramos las razones por las que es interesante que ahorres e inviertas de manera periódica. Léelo y descubre por qué debes empezar hoy mismo a plantearte una inversión periódica.
Sistematizar el ahorro y la inversión, de manera que lo conviertas en un hábito, te proporcionará menor sensación de esfuerzo para lograr los objetivos financieros que te plantees.
Pero también, te aportará múltiples ventajas, como poder lograr una mayor rentabilidad asumiendo menos riesgo, puesto que desde la primera aportación podrás comenzar a generar una rentabilidad.
A través, del interés compuesto y con las sucesivas aportaciones que realices, tu dinero se irá incrementando exponencialmente.
Al realizar sucesivas entradas en el instrumento financiero que elijas, éstas tenderán a equilibrarse con el tiempo, lo que significa que asumirás menos riesgo. No estarás confiando tu precio de compra a un solo momento, tomando un precio medio de los distintos momentos de entrada. Esta será una excelente manera de compensar los altibajos del mercado.
3. Conoce para qué inviertes
¿Conoces para qué ahorras e inviertes?. Es más frecuente de lo que crees que no se tengan exactamente claros los objetivos financieros y para qué se invierte.
Antes de lanzarte a contratar un producto financiero, analiza cuidadosamente tu disponibilidad económica. Establece qué parte de tu dinero no necesitarás a corto plazo, que cantidades quieres destinar para cada objetivo que te plantees y que capacidad de ahorro eres capaz de generar.
Realizar este ejercicio es primordial para poder tener éxito final en tu inversión. Porque es sabido, “Si no sabes adónde quieres ir, no importa qué camino sigas”.
Conocer las repercusiones fiscales de tus inversiones incidirá directamente en la consecución de tus objetivos financieros.
Este aspecto fiscal, obviamente, es sólo un aspecto más a considerar en el momento de invertir, pero es preciso tenerlo muy en cuenta pues podrá influir en mayor o menor medida en la rentabilidad final de la inversión.
Por tanto, antes de tomar una decisión de inversión, debes tener en cuenta cómo tributará ésta en el IRPF y en qué cuantía lo hará.
Ni qué decir tiene que la rentabilidad histórica es uno de los criterios que más atención capta en los inversores.
Basarse, exclusivamente, en las rentabilidades pasadas no debe ser el único ni el principal aspecto a tener en cuenta para decidir sobre la idoneidad de una inversión.
Este dato nos proporciona información útil, pero es un error muy habitual de un inversor principiante, reparar tan sólo en este aspecto. Para obtener una información completa debemos conocer los datos actuales de rentabilidad y sus perspectivas futuras.
De ahí la famosa frase; “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”.
Tener el hábito del ahorro es básico para una gestión adecuada de las finanzas. Pero igualmente lo es rentabilizar ese ahorro, para al menos compensar la inflación y evitar la pérdida de poder adquisitivo por efecto de la inflación. Hoy día, esto te será imposible alcanzarlo, exclusivamente, a través de los tradicionales productos de ahorro. Necesariamente, tendrás que acudir a productos de inversión para intentar no perder poder adquisitivo a tu
“No pongas todos los huevos en la misma cesta”. Así reza la sabiduría popular y no va nada
desencaminada.
Hoy en día, el entorno económico y el mundo financiero, son cada vez más complejos. Nada tiene que
ver esta situación con la de hace unas décadas donde el ahorrador español tan solo tenía que
contratar un depósito a plazo, o simplemente, dejar su dinero en cuenta, para obtener una
rentabilidad aceptable.
Actualmente, lograr esto mismo exige un mayor esfuerzo y riesgo. Por ello, la gestión de dicho
riesgo es esencial, y una de las maneras de gestionarlo adecuadamente es a través de la
diversificación.
Invertir en distintos tipos de activos, instrumentos financieros, sectores, zonas geográficas,
horizontes de inversión, etc. contribuirá a que reduzcas el riesgo de tu inversión.
También, como indicamos anteriormente, podrás reducir este riesgo, cuántos más momentos de entrada
hagas en tu inversión, esto es, cuanto más diversificado esté el precio de entrada.
Una vez tengas resuelto disponer de un fondo de emergencia que te permita afrontar imprevistos, y a
su vez, dispongas de una cierta liquidez para el día a día, invierte el dinero que no vayas a
necesitar a corto plazo
Debes diseñar y planificar tu inversión. Ésta, debe estar en consonancia con tus objetivos de
inversión, pero igualmente, es aconsejable que una parte de dicha inversión se enfoque a largo
plazo, para que puedas maximizar la rentabilidad y reducir el riesgo de la misma. Pero, ¿qué
entendemos por largo plazo?.
Aunque no exista una unanimidad al respecto, comúnmente, se acepta considerar como largo plazo a
partir de 5 años y sin ninguna duda, los 10 años.